A modo de Introducción:

Introducción al Catálogo de la Exposición que se realizó en la Sala Vidal Espinosa de Murcia del 1 al 15 de Diciembre de 1977
No es nunca la obra del arte hija del azar. Aunque en las más geniales creaciones de los grandes artistas de todas las épocas nos asombre la simplicidad, la desenvoltura, la aparente rapidez y despreocupación de su factura, podemos estar seguros de que nada de todo aquello que nos subyuga, desde la magnitud de la composición hasta el más leve detalle, es obra del azar. Todo está estudiado, elaborado concienzudamente. Se ha soñado, se ha meditado, se ha trabajado y se ha sufrido mucho. Y como fruto esplendoroso ha surgido la obra de arte, milagro de los hombres. No: en el logro de la obra de arte no interviene la casualidad.
No me refiero solamente a la obra que podemos llamar “terminada”, sino también a esas otras simples, espontáneas, nerviosas, que llamamos “apuntes”. Sabido es que el apunte tiene que ser forzosamente de ejecución rápida, ya que en la mayor parte de los casos se dispone de muy poco tiempo para captar aquello que está allí y se nos va. Y se pone a prueba no solamente lo que se pude llamar “destreza de mano”, “estar en dedos”, sino sobre todo la
“concepción”, la obra de arte surge en el apunte cuando el artista, embebido en lo que ve, olvidado de todo, concibe mediante la percepción, y simultáneamente su mano ejecuta. Sí, milagrosamente, porque de otra forma no puede ser, el artista ha concebido vida, movimiento, gracia, humanidad, aunque su mano sea torpe, le ayudará un ángel, y en el apunte habrá ARTE. Si no se produce el milagro y el artista no concibe con fortuna, por diestra que sea su mano, carecerá de la ayuda del ángel, y en el apunte no habrá ARTE. Un buen apunte es como una manifestación divina, es como el estornudo de un dios.

He elegido para esta exposición obras de diversa factura (lápices, rotuladores, ceras, tintas, óleos) que, quizás, podrían se catalogados como apuntes, aunque yo os aseguro que todas me han hecho sufrir.
Sea como sea, ojalá que ésta serie de “estornudos” resuenen divinamente en vuestro corazón.
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